LA
NOTICIA – Lima, 06 de setiembre de 2023
BUKELE
NACIONAL
Por
Antero Flores-Araoz
El
joven presidente de El Salvador Nayib Bukele, desde la campaña
electoral en que encandiló a sus compatriotas, planteó
diversas reformas que se requerían para sacar adelante a su
país. Las reformas eran sobre diversas materias, que no
son otras que las de los ministerios o secretarías básicas
con las que cuentan los países, como Educación,
Salud, Infraestructura, Seguridad, Proyectos Sociales y, Empleo,
para lo cual se tendrán los correspondientes equipos
gubernamentales. Al consolidado de las reformas lo llamó
“Plan Cuscatlán”, aunque en la narrativa de los
salvadoreños, copiada por nuestros países, se le
denomina “Plan Bukele”, el que comienza con un
diagnóstico de la situación de su país,
afirmando que el tamaño del Estado creció sin
control, aumento imparable de la empleocracia pública que
hace que el mismo sea lento e ineficiente, los problemas se
perennizan cuando no empeoran, las inversiones se frustran con lo
que no hay ocupación laboral suficiente. El diagnóstico
mencionado es similar al de cualquiera de nuestros países
latinoamericanos, aunque en diferentes medidas, lo que obliga a
todos a efectuar correctivos y reformas, siendo una de las más
requeridas la de seguridad y ello debido a las famosas “maras
salvatruchas” que son bandas o pandillas criminales, cuyas
características han sido adoptadas en la mayoría de
nuestras naciones con diferentes apelativos. Las propuestas de
Bukele en materia de seguridad, constituyen lugares comunes con
verdades de Perogrullo, pues habla de prevención, combate
al crimen y reinserción a la vida productiva, para todo lo
cual hay que utilizar nuevas tecnologías, así como
drones, video vigilancia, sistemas de geolocalización,
bloqueadores de comunicaciones, entre otros, pero todo ello
articulado con diversas instituciones y, siendo muy latinos, con
una ensalada interminable de siglas. En el Perú, en que
la delincuencia ha crecido sostenidamente, infinidad de voces han
levantado el cotarro proponiendo que se adopte el modelo Bukele,
aunque por lo que dicen en los medios parecería que muchos
solo lo han escuchado, más no estudiado. Otros a su vez se
oponen al “copia y pega” señalando que nuestro
país es diferente, y claro que lo es, pues es varias veces
más grande, más poblado y, más complejo,
teniendo zonas con características y exigencias diferentes
como son las de la costa, sierra, ceja de selva y selva. La
juventud de Bukele, la intensidad de su discurso y, el anhelo de
creer en algo diferente por sus connacionales ha hecho muy popular
su plan, popularidad que ha traspasado fronteras ya que su
difusión, buena utilización de medios tradicionales
y digitales lo hace atractivo, aunque como repetimos lleno de
lugares comunes. A ello se añade el efectismo de las
imágenes, como es el atosigamiento de ellas mostrando
detenidos con la cabeza rapada y pecho descubierto. Nuestro
Perú clama por seguridad y ello solo será posible,
no solo con más policías y establecimientos
penitenciarios, sino terminando con la desmoralización
policial, pues permanentemente son sus miembros sometidos a
larguísimos procesos cuando hay daños colaterales,
al restablecer el orden público. Ya es hora que desde
los más altos niveles de gobierno, se dialogue con los
jefes del Poder Judicial, Ministerio Público, Defensoría
del Pueblo, IMPE, Procuraduría General, entre otros, para
armonizar políticas y terminar con la desmotivación
que se observa en medios policiales.
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LA
NOTICIA – Lima, 06 de setiembre de 2023
BUKELE
NACIONAL
Por
Antero Flores-Araoz
El
joven presidente de El Salvador Nayib Bukele, desde la campaña
electoral en que encandiló a sus compatriotas, planteó
diversas reformas que se requerían para sacar adelante a su
país. Las
reformas eran sobre diversas materias, que no son otras que las de
los ministerios o secretarías básicas con las que
cuentan los países, como Educación, Salud,
Infraestructura, Seguridad, Proyectos Sociales y, Empleo, para lo
cual se tendrán los correspondientes equipos
gubernamentales. Al consolidado de las reformas lo llamó
“Plan Cuscatlán”, aunque en la narrativa de los
salvadoreños, copiada por nuestros países, se le
denomina “Plan Bukele”, el que comienza con un
diagnóstico de la situación de su país,
afirmando que el tamaño del Estado creció sin
control, aumento imparable de la empleocracia pública que
hace que el mismo sea lento e ineficiente, los problemas se
perennizan cuando no empeoran, las inversiones se frustran con lo
que no hay ocupación laboral suficiente. El diagnóstico
mencionado es similar al de cualquiera de nuestros países
latinoamericanos, aunque en diferentes medidas, lo que obliga a
todos a efectuar correctivos y reformas, siendo una de las más
requeridas la de seguridad y ello debido a las famosas “maras
salvatruchas” que son bandas o pandillas criminales, cuyas
características han sido adoptadas en la mayoría de
nuestras naciones con diferentes apelativos. Las propuestas de
Bukele en materia de seguridad, constituyen lugares comunes con
verdades de Perogrullo, pues habla de prevención, combate
al crimen y reinserción a la vida productiva, para todo lo
cual hay que utilizar nuevas tecnologías, así como
drones, video vigilancia, sistemas de geolocalización,
bloqueadores de comunicaciones, entre otros, pero todo ello
articulado con diversas instituciones y, siendo muy latinos, con
una ensalada interminable de siglas. En el Perú, en que
la delincuencia ha crecido sostenidamente, infinidad de voces han
levantado el cotarro proponiendo que se adopte el modelo Bukele,
aunque por lo que dicen en los medios parecería que muchos
solo lo han escuchado, más no estudiado. Otros a su vez se
oponen al “copia y pega” señalando que nuestro
país es diferente, y claro que lo es, pues es varias veces
más grande, más poblado y, más complejo,
teniendo zonas con características y exigencias diferentes
como son las de la costa, sierra, ceja de selva y selva. La
juventud de Bukele, la intensidad de su discurso y, el anhelo de
creer en algo diferente por sus connacionales ha hecho muy popular
su plan, popularidad que ha traspasado fronteras ya que su
difusión, buena utilización de medios tradicionales
y digitales lo hace atractivo, aunque como repetimos lleno de
lugares comunes. A ello se añade el efectismo de las
imágenes, como es el atosigamiento de ellas mostrando
detenidos con la cabeza rapada y pecho descubierto. Nuestro
Perú clama por seguridad y ello solo será posible,
no solo con más policías y establecimientos
penitenciarios, sino terminando con la desmoralización
policial, pues permanentemente son sus miembros sometidos a
larguísimos procesos cuando hay daños colaterales,
al restablecer el orden público. Ya es hora que desde
los más altos niveles de gobierno, se dialogue con los
jefes del Poder Judicial, Ministerio Público, Defensoría
del Pueblo, IMPE, Procuraduría General, entre otros, para
armonizar políticas y terminar con la desmotivación
que se observa en medios policiales.
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